De nuevo nuestra amiga barbateña Pepi Relinque del blog Cuarto y Mitá nos invitó a pasar un magnífico día en su pueblo, Barbate. Ya hemos ido en varias ocasiones un grupo de amigos blogueros, hemos pasado días inolvidables en esta localidad, pero no nos cansamos porque siempre es un placer y cada vez que vamos conocemos algún sitio nuevo.

Comenzamos, como siempre, desayunando en la Venta Pinto, ese rico pan tostado con manteca «colorá» de la buena, con tropezones. Saludamos a Cristina Pinto, tan cariñosa como siempre, y nos enseñó su recién inaugurado colmado, junto a la venta, donde venden productos de la zona.

Latas de atún, dulces, manteca «colorá»…
Los ricos panes para acompañar estas delicias
Miel, aceite…Todo de calidad.
Tras el desayuno continuamos hacia Barbate, y antes de entrar en el pueblo hicimos una visita a El Ronqueo, donde Chico Daza fabrica artesanalmente conservas de productos del mar y especialmente de almadraba.

Latas y botes de atún elaborados de forma artesana y con recetas tan originales como el atún con fresas, con castañas o al curry.
Acaba de sacar su nueva línea de productos ecológicos, con una pinta estupenda.
Dan ganas de comprar de todo y, como ya los hemos probado en bastantes ocasiones, siempre caemos en la tentación y nos volvemos cargados de latas y tarros.
De allí nos fuimos a Barbate y a conocer un sitio nuevo, Tabanco Bodeguita Almabrazo “El Relojero”, junto al restaurante El Campero. Juan Galisteo regenta este peculiar establecimiento que, si algo lo caracteriza, es su originalidad.
Original su decoración, original y especial Juan, original el ambiente. Mejor que mis palabras es que vayáis a conocerlo, porque es difícil de describir.
Allí tomamos un exquisito vermú casero, con naranja y laurel, que además compramos para llevar a casa.
También elabora otros vinos, con nombres originales, y dignos de probar.

La charla con Juan es indescriptible, el es un relojero de Jerez que hace cuatro años se trasladó a Barbate, se instaló en ese local en concreto porque “lo llamaba”, donde se dan cita clientes que no solo van a tomar algo, sino que también van buscando esas palabras y esa mirada del “relojero” tan benéfica y conciliadora.
De allí salimos entusiasmados, se nos pasó el tiempo volando, daban ganas de quedarse más tiempo, pero nos esperaba Luis Román Pinto en su restaurante Variopinto para comer en su amplia terraza, con unas vistas increíbles al mar.
Un menú degustación elegido por él y que no defraudó en absoluto, al contrario, cada plato era riquísimo y de cuidada elaboración.

Pan candeal con semimojama de atún y ajo asado

Gofre con sardina ahumada y queso payoyo

Tartar de atún rojo de almadraba

Tataki de vaca simmental, yema amorcillada y jugo de pimientos asados

Ravioli de calamar shitake y crema de panceta ahumada

Barriga de atún rojo, caldo de sardinas asadas y nabo encurtido

Arroz de pollo campero

Vaca madurada, zurrapapa y verduritas

Arroz con leche

Daikiri de fresas

Ni que decir tiene que estaba todo buenísimo y no dejamos nada, al contrario, rebañamos cada plato. Esto, acompañado del buen día que hacía y las vistas que teníamos a la playa, hicieron de la comida en Variopinto una experiencia agradabilísima.
Tras la comida habíamos quedado en ir al puerto a ver la llegada de los últimos atunes capturados, que venían de Tarifa. Andrés Jordán de la empresa Gadira tuvo la amabilidad de avisarnos de la hora de llegada y allí que nos fuimos a verlos sacar del barco.

Es un espectáculo, ya lo habíamos presenciado en otra ocasión pero no cansa verlo de nuevo.

Del puerto nos fuimos a la Heladería Pepe El Malagueño, donde nos tomamos una de las mejores horchatas artesanas que he probado en mi vida, hecha con chufas que traen desde Valencia.

Todos los helados los elaboran con productos naturales, como esta deliciosa granizada de mandarina, exquisita.

Y el helado de coco casero que nos dieron a probar, buenísimo.

Ya estaba acabando la jornada pero quedaba por hacer una última cosa. Ir a las instalaciones de Gadira a recoger el atún rojo de almadraba que habíamos encargado por la mañana.

Allí compramos mormo y plato, dos magníficas partes del atún para cocinar. Un trozo del mormo cocinado en tomate, como lo hice al día siguiente, me trajo al paladar el exquisito sabor de Barbate, de su atún, símbolo de la riqueza de este pueblo que además tiene otro valor añadido, el de su gente.
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