A estos pasteles también se les llama de Belém, pero cuando estuvimos hace unos meses en Lisboa y Oporto vimos que allí se les llama pastelitos de nata, tanto en los obradores donde los hacen como en las cartas de postre de los restaurantes. En el enlace podéis conocer algunos aspectos de la gastronomía portuguesa y, entre ellos, estos pastelitos.
Da igual su nombre, lo importante es que están riquísimos y son sencillos de hacer. En el mes de marzo pasado asistimos a un taller de cocina portuguesa en 5 Senses Taller de Cocina en Jerez, y entre los platos del país vecino que aprendimos a cocinar estaban estos pastelitos. Nosotros hemos añadido, o quitado, algún detalle, pero básicamente la receta es la que aprendimos allí.
Qué necesitamos:
- Un paquete de masa de hojaldre
- Un cuarto litro de leche entera
- 120 gramos de azúcar blanca
- Una cucharada sopera de harina de repostería
- Una cucharada sopera de harina de maíz
- Un trozo de cáscara de limón
- Cuatro yemas de huevo
- Un palo de canela en rama
- Mantequilla para forrar los moldes
Cómo se hacen:
Tenemos que tener unas flaneras individuales de metal, en las que pondremos los ingredientes como vamos a explicar ahora.
Con la masa de hojaldre hacemos un rollo y lo cortamos en porciones de unos dos centímetros de ancho cada una. Colocamos una porción en cada molde, que habremos untado con mantequilla, y forramos las paredes del mismo.

A continuación hacemos la crema para rellenar estos moldes. En un cazo echamos el azúcar, la harina de maíz, la harina de repostería y una cáscara de limón. Mezclamos todo y añadimos la leche y el palo de canela.

Lo ponemos a cocer en el fuego removiendo constantemente con un batidor de barilla, hasta que adquiera una consistencia espesa.

Retiramos del fuego y añadimos las 4 yemas de huevo y, sin parar de remover, mezclamos todo hasta que tengamos una crema suave.
Echamos un poco de esta crema en cada molde rellenando de esta manera el hojaldre.

Precalentamos el horno a 140º y metemos los moldes unos 20 minutos, hasta que veamos que la superficie está dorada.

Pues listo, sinceramente no tienen nada que envidiar a los que probamos en Portugal, y están riquísimos.
