Cada vez que viajo me gusta escribir sobre mi experiencia en el lugar que visito desde el punto de vista gastronómico. Cada país, cada localidad tiene sus productos típicos y sus características peculiares a la hora de cocinarlos. Y, aunque esto sea solo un resumen, puede ayudar a los que se dispongan a visitar estos lugares. Italia, Nueva York, Estambul, Marruecos son algunos ejemplos, y más cercanos Rota, Vejer, León, Soria…Hoy le toca el turno a Portugal, con concretamente a Lisboa y Oporto.
El mar y la pesca son factores muy importantes en la gastronomía portuguesa, en la que destaca el buen pescado, como las sardinas que se pueden tomar asadas y en conservas.

Son típicas, y muy buenas, las conservas de sardinas y de paté hecho con las mismas. El paté de bacalao, el pulpo ahumado, el atún con limón, entre otras, son algunas de las variedades que se pueden encontrar.

El bacalao o bacalhau, es uno de los platos más populares y conocidos, se pone a secar al sol y se sala para conservarlo. Cuando se vaya a cocinar se deja en remojo algunas horas para eliminar el exceso de sal.

En los restaurantes destaca la gran cantidad de formas en las que cocinan el bacalao, todas riquísimas. Hay un dicho portugués que dice que hay 365 maneras distintas de cocinar el bacalhau, una para cada día del año.

Me gustó especialmente el bacalhau à Brás, con huevo revuelto y patatas ralladas muy finas, originario de Lisboa pero que se toma en todo el país.

Al horno, en buñuelos, guisado…de todas formas está riquísimo.

Hay un restaurante en Oporto llamado Culto ao bacalhau en el que lo probamos de tres maneras distintas todas muy buenas y, además el local es muy bonito y acogedor. Está en el Mercado do Bolhao, que hay que visitar porque merece la pena, en la planta baja están los puestos, en los que venden de todo, y en la alta los restaurantes.
También se come muy bien en O Escondidinho, un restaurante con tradición y muy buena cocina.

El pulpo o polvo es muy popular y tampoco falta en las cartas de restaurantes, como el polvo à lagareiro, que consiste en pulpo asado al horno con patatas y abundante aceite de oliva.

Cocinado también de diversas formas siempre está muy tierno y rico.

Portugal cuenta con estupendas carnes de ternera, cerdo y cabrito. Hay un plato elaborado con carne que es muy típico, la Francesinha, un gran sándwich con varias capas de carne, jamón, salpicón, huevo…, cubierto por queso derretido y una salsa característica de tomate, cerveza y chile. Es una adaptación portuguesa del francés Croque Monsieur. Su salsa ligeramente picante es lo más característico y con ella se elaboran otros platos similares.

También es muy bueno el jamón, el presunto. Destacan los del Alentejo y Chaves, de cerdos ibéricos criados en las dehesas, en las que se alimentan y mueven con libertad, produciendo así un jamón de gran calidad.

En un restaurante de Lisboa llamado Solar dos Presuntos ponen como aperitivo un plato de jamón riquísimo, acompañado de buen queso y otros embutidos.

Los quesos son muy variados y buenos, el de cabra Trasmontano, el Rabacal de Coimbra, Saloio…

Probamos el Queijo da Serra da Estrela, quizás el más antiguo y característico, es un queso de oveja muy singular ya que cuando está maduro es muy tierno y se puede sacar con una cuchara. Se puede pedir como entrante o aperitivo, ya que se encuentra en los menús de petiscos o tapas portuguesas.

Algo que nos llamó la atención son las aceitunas o azeitonas aliñadas que están riquísimas, con un aliño espectacular. Como ocurre en España las suelen poner como aperitivo en los restaurantes y bares, sin pedirlas, aunque las cobran, como todos los aperitivos que ponen en la mesa antes de pedir la carta, no son gratuitos.

En la cultura portuguesa las aceitunas producen unos aceites muy buenos, con una calidad reconocida en todo el mundo. En Portugal, las aceitunas están tan arraigadas en la comida y cultura, que incluso hay Rotas das Azeitonas. itinerarios que recorren grandes plantaciones de olivos centenarios e incluso milenarios.

Las aceitunas para comer requieren una preparación especial, que le da el sabor y la calidad especial al que estamos acostumbrados. El tipo de aceituna también es importante, ya que las hay verdes, frutales… Las más usuales aquí son Galega, Cobrançosa y Cordovil.
También se toma en forma de paté, como el tapenade, y lo suelen poner como aperitivo en algunos restaurantes.

Para acompañar cada plato siempre encontraremos un buen vino, los de mesa del Douro, los vinos de Oporto o Madeira…Hay vinos blancos que tomados frescos son estupendos para tomar el bacalao o el pulpo, por ejemplo.

Y vinos tintos con más cuerpo para las carnes. Como nos guste. Los vinos de Oporto, con un toque de dulzor, son estupendos para acompañar los ricos postres de los que ya hemos hablado.

Fuimos en Oporto a conocer el WOW (World of Wine), y concretamente nos apuntamos a la experiencia con vinos. Las hay de otro tipo, por ejemplo de chocolate. La del vino es muy interesante, se trata de un centro cultural, en este caso como un Centro de Interpretación del vino, muy didáctico y magníficamente montado. Al acabar se catan tres vinos, dos del Douro y uno de Oporto. Una experiencia muy recomendable.

Si nos encontramos con algún establecimiento que den a probar el licor de cereza no dejemos pasar la oportunidad, lo venden en vasitos pequeños para probar y en botellas.

Paseando por Lisboa y Oporto nos iremos encontrando con muchas pastelerías, todas con unos escaparates muy atractivos.

Entre los pasteles destacan los elaborados con huevo y azúcar. Algunos postres se parecen a la vista a nuestros tocinos de cielo, pero no son iguales.

Los pasteles y postres conventuales tienen su origen en el siglo XV, cuando se introdujo el azúcar convirtiéndose en un ingrediente esencial de las colonias portuguesas. Los huevos, sobre todo las yemas, también abundaban, las claras eran usadas para fabricar las hostias y las yemas eran aprovechadas para hacer pasteles.

Las almendras son otro ingrediente tradicional que forma parte de los postres conventuales, así como la canela. El pastel más famoso que tiene un origen conventual es el pastel de nata o de Belém. Hay algunas fábricas artesanales en las que los hacen, y a la vez que se compran se puede ver su elaboración a través de un cristal.

Y no hay pastelerías que no los vendan ni restaurante que no lo ofrezca en su carta de postres. Recién hechos están deliciosos, constan de una canastilla de crujiente y fino hojaldre y un relleno de crema, acabando en el horno hasta que queda caramelizada la superficie.

Visitar Portugal es una opción estupenda, estamos muy cerca y de norte a sur nos encontramos con unas ciudades y pueblos preciosos y una gastronomía excelente, de la que podemos disfrutar en todas sus variedades.
GRACIAS…
Pingback: Pasteles de nata portugueses | La fritada