El volován es un pastelito pequeño de hojaldre de forma redondeada, con un hueco central que se rellena con lo que nos guste o apetezca. Volován es una palabra francesa de principios del siglo XIX y debe su nombre a la ligereza de la masa, ya que vol-au-vent significa «sale volando». La historia del volován está ligada a la de Marie-Antoine Carême, un pastelero y cocinero francés que vivió de 1783 a 1833, a quien le debe mucho la actual cocina. Un día Carême tuvo la idea de rellenar esta masa de varias capas y luego hornearla. Cuando estaba en el horno, esta creció hasta formar una pequeña torre con un hueco en el centro. Uno de sus ayudantes se sorprendió mucho y gritó “Antoine,¡ elle vole au vent!, por lo ligera que le pareció. El chef decidió ponerle este nombre a su nueva creación.
En un reciente viaje por los castillos del Loira me encontré información sobre este famoso cocinero en la cocina del castillo de ValenÇay, donde se le recordaba como creador de instrumentos de cocina y elaboraciones culinarias.
La elaboración de los volovanes es fácil. La masa de hojaldre cruda se recorta en anillas que se apilan sobre una base circular. El volován sin cocer es bajito, fino, pero al salir del horno las capas de hojaldre suben y alcanzan bastante altura. La masa del hojaldre la podemos ver en mi receta de croissants, y la forma se las damos cortando discos de unos 4 cm de diámetro. Damos la forma a los volovanes y los pintamos con huevo batido. Calentamos el horno a 210º y los dejamos hacer unos 15 minutos. Una vez fríos los rellenamos con lo que nos apetezca.
En esta ocasión los he rellenado de ensaladilla. Puede ser una ensaladilla al uso o con algún toque más original, como la de mojama y pimentón.
Rellenamos los volovanes con la ensaladilla y los decoramos con una gamba o con huevas de lumpo.
Plato muy apropiado para comidas un poco especiales, de fiestas y celebraciones, de reuniones con amigos y familiares. Y no son difíciles de hacer…
Muy interesante!
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